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Mañana sábado 8 de diciembre regresa a la
acción el mejor ligero de todos los tiempos en las Artes Marciales Mixtas (MMA por sus siglas en inglés), el hawaiano BJ Penn (16-8-2), quien se enfrenta a
la joven promesa de peso welter, el canadiense Rory MacDonald (13-1), en una de las peleas coestelares del UFC on FOX 5, en Seattle.
Penn
ha sido el único en la historia del UFC
que ha sido campeón welter y ligero y es por eso que no es nada nuevo para él
pelear en las 170 libras.
Este
veterano de 33 años había anunciado su adiós de este deporte en octubre del
2011, tras caer ante Nick Díaz, pero
como casi siempre ocurre en los deportes de combate, la retirada duró poco;
apenas unos meses.
¿Por
qué pelea aún Penn? Si ya fue campeón ligero y welter. Ha peleado con los
mejores, es una leyenda del deporte. Y está encaminado al Salón de la Fama del UFC.
Esta es una pregunta que puede tener muchas respuestas, pero también podrían
ser pocas. O, incluso, ninguna.
Nunca
debe subestimarse el hambre de un peleador; mucho menos si es legendario como
“The Prodigy”. Este prodigio logró su primer campeonato, el welter, en el 2004. Se lo arrebató, nada más y nada
menos, que a Matt Hughes.
En su
camino han pasado los mejores de su peso. Ligero o welter. Y los que no son de
su peso, como Lyoto Machida, con
quien peleó en Japón y a quien le dio un gran combate antes de caer por
decisión de los jueces.
Sin
duda alguna, su reinado en peso ligero, es lo mejor de su carrera. Para muchos,
él es el mejor ligero de la historia. Y no recuerdo a nadie decir lo contrario.
Su dominio en esta categoría duró 812
días y tuvo que venir alguien como Frankie
Edgar para derrotarlo. En esa carretera de aspirantes quedaron grandes
peleadores como Joe Stevenson, Sean Sherk, Kenny
Florián y Diego Sánchez.
Otro
momento grande fueron sus dos peleas con el canadiense Georges St-Pierre en peso welter, aunque haya perdido ambas. La
demostración que dio ante un rival más grande y más fuerte quedó en el recuerdo
de todos los fanáticos de las MMA.
No
debemos olvidar tampoco su pelea a principios del 2011 contra Jon Fitch, un excelente luchador, a
quien llevó contra la reja y le dio clases de lucha y jiu-jitsu por dos asaltos, hasta que se le acabó la gasolina en el
tercer round y el combate terminó en un empate.
Y si
esto no es suficiente, antes de brillar en las MMA, fue el primer campeón de jiu-jitsu
brasileño, coronado en Brasil,
sin ser brasileño.
A
Penn hay que agradecerle su carrera, sus nocáuts, sus sumisiones y el ser uno
de los peleadores que ha popularizado este deporte. El ha sido una especie de
puente entre los legendarios como Tito Ortiz y la nueva camada como Jon Jones.
Ahora
tiene ante sí al próximo gran peleador welter, MacDonald, quien entrena con
St-Pierre en Montreal y a quien, precisamente, lo comparan sin cesar. Penn
puede poner un alto en la carrera del joven de 23 años, que parece tener todos
los atributos para ser la próxima estrella de las 170 libras.
Pero pase
lo que pase en Seattle este 8 de
diciembre, este hawaiano ya ha dejado su huella en el UFC y en las MMA.
De
eso no me queda la menor duda.
Me
puedes seguir en twitter en @vikingomartell