El próximo 11 de
agosto, en la cartelera UFC 150
la pelea coestelar enfrenta a dos excompañeros, Donald “Cowboy” Cerrone y Melvin
“The Young Assassin” Guillard, en lo que promete ser un combate de mucha
acción dentro del octágono.
Estos guerreros entrenaban juntos en el gimnasio de Greg
Jackson en Nuevo México, hasta que
Guillard decidió irse con Rashad Evans al famoso centro de los “Blackzilians” en el sur de Florida. Su
salida no fue en malos términos, pero, sin dudas, siempre existe y existirá esa
rivalidad entre los diferentes gimnasios de Artes Marciales Mixtas (MMA
por sus siglas en inglés) y esta vez no será la excepción.
Los dos son peleadores muy experimentados, aunque es
Guillard el que más tiempo lleva peleando y su marca de 47-11-3 lo demuestra claramente. Pero Cerrone no es ningún novato (18-4), ya ha disputado en tres
ocasiones el título ligero del WEC y
hasta su derrota con Nate Díaz en
diciembre pasado, su nombre figuraba entre los posibles aspirantes a retar al
entonces campeón, Frankie Edgar.
La división ligera es, sin dudas, una de las que más
talento tiene en el UFC. Nombres
como el del campeón Benson Henderson,
Edgar, Nate Díaz, Jim Miller, Gray Maynard, Anthony Pettis, Clay Guida,
junto a Cerrone y Guillard, hacen de las 155
libras un peso muy difícil para tener una oportunidad titular.
Y esto lo saben muy bien ellos dos, quienes en diferentes
momentos en los últimos dos años se han acercado al cinturón, pero derrotas
inesperadas los han alejado de la cima, por lo que un triunfo en el UFC 150 puede ser el comienzo del
ascenso en el ranking ligero para el ganador y esta es una de las razones por
la que este combate es muy importante. No sólo para ellos, sino para los diez
mejores de la división, los cuales suben y bajan en el ranking de acuerdo a los
resultados más recientes.
Esa es la realidad y en la ciudad de Denver se enfrentan
dos de los mejores, que vienen de disciplinas diferentes, pero que, como ya
vimos, sus respectivos caminos ya se encontraron por un tiempo en Nuevo México,
allá en el gimnasio de Jackson, que es también la casa de peleadores del
calibre de Jon “Bones” Jones, Georges St-Pierre (parcialmente), Carlos Condit, Shane Carwin, Nate Marquardt,
Clay Guida, Leonard García y Diego Sánchez,
entre otros. Esta impresionante lista tiene leyendas, campeones, excampeones y
muy buenos peleadores.
Esta pelea enfrenta estilos diferentes. Cerrone es un especialista
en kickboxing que usa sus patadas de manera excelente y que sabe usar el jiu-jitsu cuando va a la lona para
someter a sus rivales. De hecho, en su carrera, de sus 18 triunfos, 13 han sido
por sumisión.
Su mejor momento antes del llegar al UFC fueron sus dos
peleas titulares ante Benson Henderson en el WEC, que aunque las perdió, dejaron
una excelente impresión. Sobre todo el primer enfrentamiento, donde se vivieron
cinco asaltos de una acción impresionantes y para muchos fue la mejor pelea del 2009.
Ya en el UFC, su primer año, el 2011, fue impresionante,
pues logró cuatro triunfos en fila hasta que, en diciembre, Nate Díaz lo
venciera. Y es que no es muy frecuente a este nivel que un peleador combata
cinco veces al año, pero Cerrone siempre está listo para el llamado de sus
jefes y, además, ha dicho que como gana por pelea, mientras más lo haga, más
dinero deposita en el banco. Así de simple.
Guillard, por su parte, comenzó a pelear en las MMA en el 2002 y en el 2005 llegó al UFC, después de haber
sido tenido experiencia como boxeador profesional, con un triunfo y un revés.
Mucho ha llovido desde entonces y, aunque él sigue siendo uno de los mejores en
su peso, siempre ha dado la impresión que se ha quedado corto en su carrera,
por la calidad que parecía tener desde que se metió a un octágono.
Ojo, no es que él haya tenido una carrera mala, ni mucho
menos, pero cuando analizas las cualidades y herramientas que posee, llama la
atención que no haya llegado más lejos y que no haya disputado un título. A mi
entender, una de las razones de esto último es su defensa contra la sumisión. Sus
seis derrotas en el UFC han sido,
precisamente, por sumisión. Esa debilidad la aprovecharon muy bien peleadores
como Jim Miller, Nate Díaz y Joe Lauzon
para dejarlo en el camino.
De todas formas, tanto en los triunfos, como en las
derrotas, siempre sabemos que cuando él pelea, el espectáculo está garantizado
al por mayor, en calidad y en cantidad. Y si Cerrone peleó mucho el año pasado,
Guillard en el 2003, cuando aún no era parte del UFC, lo hizo en diez
ocasiones. Sí, ¡diez veces! Está
claro que a los dos les gusta meterse dentro del octágono.
Y pensar que nada de esto se compara con el hecho que Guillard
fue sobreviviente de la tragedia del huracán Katrina en Nueva Orleans en el 2005
y que hasta estuvo varios días atrapado en un puente. Esto nos da una muy buena
idea del carácter del peleador.
En esta ocasión, ellos dos están frente a frente, en la
misma cartelera en que se discute el campeonato entre el campeón Henderson y el
retador Edgar. No hay mejor oportunidad para brillar que en el mismo escenario
en que el cinturón dorado del UFC
está en juego entre los dos mejores ligeros del mundo entero.
Otra de las aristas de este combate es que mientras vemos
que hay algunos problemas entre peleadores que están en el mismo gimnasio y que
abiertamente dicen que no van a pelear entre ellos (St-Pierre-MacDonald,
Caín-Cormier, etc., etc., etc.), ellos ya resolvieron ese problema con el
cambio de campo de entrenamiento de Guillard y sin resentimientos por ese
cambio, no sólo entre ellos, sino entre Guillard y los que se quedaron en Nuevo
México.
Esa es la puesta en escena que tendremos el 11 de agosto
en Denver en el UFC 150, donde estos
dos excompañeros van a enfrentarse en una cartelera que marca un hito histórico
en el UFC, es la número 150 y tiene
lugar en el momento de mayor popularidad en el mundo entero en las MMA y, mayormente, en el UFC.
¡Enhorabuena!
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